La Columna de DÉBORA MELO

CALIENTES:

Sí. Una tropa de calientes. Eso es lo que son. Yo sé que están pensando en "eso". Como todos los hombres. Porque de seguro son hombres los que estarán leyendo esta sarta de weás. Déjenme decirles, piño de macaqueros desatados, que hay otras cosas en la vida. La amistad, la patria, el trabajo, el consumismo, las deudas, el estudio, la ecología mundial, el fin del mundo de los mayas... en fin, tanta mierda en qué pensar. Nooo, es inútil. Siguen pensando en "eso", manfinfleros profesionales...

Tuve mala cueva desde chica (es en sentido figurado, imbéciles). En serio. Mi madre tuvo la culpa -era alta, de gesto taciturno y malvada frigidez. . ¡Cómo se le ocurre ponerme Débora a la conchesum...! Sabiendo que estaría condenada de por vida a ser blanco de todo tipo de impúdicas y calentonas bromas. Ese fue el comienzo de mis desdichas. 

Mi madre... se apellidaba Machuca. Menos mal que nadie supo esa weá. De lo contrario, mi infancia habría sido más terrible de lo que fue. Aún recuerdo esas plácidas tardes de mi infancia, en que todo era inocencia y candor, en que jugábamos a las bolitas (¡cochinos!), a la payaya y a las muñecas. Niños y niñas compartíamos amablemente ese paraíso de la niñez. Pero todo cambió cuando empezamos a crecer. Aún recuerdo las primeras risas de esos cabros de mierda cuando pasaban la lista... el profesor, indignado, volvía a repetir mi nombre. Y esos pendejos volvían a la carga. 

En fin... Para qué seguir enumerando mis desgracias. Sólo debo advertirles que juré vengarme. Y eso es lo que haré con todos los sacogueas que encuentre en mi camino. Incluyéndolos a ustedes, mis amables lectores... en estos precisos momentos, estoy afilando mi cuchillo carnicero, que está sediento...mmmmmm

Atte
Débora Melo 
Machuca


  


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